Por: Cheche Dorta.-
La del alba sería cuando veo pasar a una vecina que
aprovecha la fresca para hacer ejercicio, gimnasia, y mantenerse en forma. Se
para, da las buenas horas (…) y me dice que fuerte calor, ¿tu has visto?, si,
bastante que hace, estamos en verano; y lo peor, insisto, es que llevamos con la calufa desde mayo que antes era el mes
de maría y como el tiempo está descontrolado, ya ni se sabe en que parará esto.
Yo prefiero el invierno, prosigue la doña, porque se abriga una y se come y se duerme mejor,
ni punto de comparación; aunque – insiste – no me quejo, porque mi yerno puso
aire acondicionado en toda la casa y no se nota la calda, a ver si me
comprendes…., no. El ventilador hace ruido, ¿sabes?, si. Y mi nuera - hay que
decir la verdad - está al día en todo tipo de aparatos y hace bastante bien de
comer: ayer mismo hizo un postre con papaya, frutas del bosque, yelo picado y
yogur que daba gusto. Refresca mucho y, como dice ella, hay que hidratarse, mami, me trata así, la
pobre. Es como una hija política, perdón. Le mando un beso volado. Muá, para ti,
nuera.
Observo que la isleña, puerta con puerta, calza tenis,
pantalón de chandal y la sempiterna botellita de agua mineral, muy mineral; una
premonición que ya avisa del enorme poder que tendrá el líquido elemento dentro
de poco, antes de que salga el petróleo en los mares aledaños.
Aprovecho que la mujer echa un sorbo, para hidratarse, y le
suelto: pues yo los he visto peores..…¿cómo?, salta cual rehilete, ¿peor que
ahora?, no señor, no mi niño; como este verano una no lo ha visto, serás tu que
a todo le llevas la contraria…, consio. Y hace ademán de irse. E intento,
timidamente, argumentar, diciéndole que no ha habido viento de levante y que
estamos en agosto, que hay neveras, ventiladores, aire acondicionado, coches
que le llevan a la playa, guaguas (de) gratis para acercarlas a la orilla,
helados de infinitos sabores, colchones de vuelta y vuelta, y que – gracias a
dios – la tele entretiene bastante…., nada, dice, ya la encharcaste y ahora lo
quieres arreglar; hace calor y una nunca lo ha (…) pasado tan mal como este
año, ¿vale?, no. Y me voy, que tengo en la nevera todo preparado para un
salpicón, una ensaladita y el postre que ya se lo dije, lo que pasa es que
usted no se acuerda de nada; siempre has sido raro. Y prosigue su camino. Pero
se para a los cincuenta metros, se vuelve, enarbola la botella y dice en voz
alta y clara: ¡mira, mira…, cuándo llegue a casa (…) saco de la nevera otra
bien fría, con gas o sin el, usted no está preparado para el turismo! Y me deja
callado porque la razón no requiere fuerza. Está comiendo pan de la boda y es
viuda. No es una mujer maltratada,
deduzco sin demasiada convicción.
Ya nos quejaremos de frío, me digo. Y veremos a la pura
caimanera ataviada de anorak con bermudas que dejan las canillas al aire.
Fuerte frío. Y es el clima que inventaron los turistas, que aún siguen llegando
acá con sandalias y calcetines. Hay que tener los pies abrigados, aunque haga
calor, es una costumbre muy moderna y victoriana.. O.K.
Y como este año no hay doble paga de navidad (…) las fiestas
pascuales serán como antes dentro de la familia tradicional. Una porción de
descendientes, la prole, con sus respectivas y respectivos. Y tómese este
vinito, suegro, que una vez al año no hace daño. Y la nuera ofreciendo la tarta
artesanal y ecológica: pruébela, papi, y se (me) toma la pastilla. No hay mal
que por bien no venga - recurro a la sabiduría popular (…) – y en estos tiempos
hay que ser imaginativos. Como la patronal de hostelería o similar.
Adios vecina, me digo, que es cuando el camarero profesional
me dice si deseo que me cambie el vaso por otro bien frío. No, le digo, tengo
con uno, es un gasto innecesario. Vale. Y entonces llegan las chicas bien
parecidas casi todas (….), de la peluquería
aledaña, y piden cada una según su gusto un leche y leche, o un natural, o
tibito, o de máquina, con sacarina, condensada, etc….y los sábados un ancestral
barraquito que no es un lechón entero.
Y es que son muy jóvenes y optimistas, hasta que llegue el
tiempo en que sólo el cotidiano transcurrir les dará un margen para pintorrearse. Y se
rendirán a la cosmética y se teñirán. Y se le aflojará la piel, como a uno,
pero con el handicap (esto es un anglicismo propio del muy popular juego del
golf) de que no hay crema, ni áloe vera que palíe este traumatismo, ni la
homeopatía, ni las agujas ,etc. Y aún así se quejan de calor.
Espero y deseo que cuando llegue el otoño hablemos de otras
cuestiones. Y, después, en el invierno, no todo sea la natividad del señor y de
la señora. Y comprobar, como un milagro repetido, que no se hayan producido
dimisiones, que el ventilador siga girando y que se monte el belén.
Y que se pueda comprar agua.
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