martes, 6 de marzo de 2012

EL AGUA (primera entrega)


Por: Cheche Dorta.-
Es la vida, o H2O o el líquido elemento. Incolora, inodora e insípida. Todo esto y mucho más es el agua, tan escasa y tan húmeda. Indispensable. Forma parte de la cultura (…) de las islas desde las primeras décadas del siglo XX, en que comenzaron las galerías, horadando bajo tierra agujeros angostos en busca de la preciada mercancía, que nunca debió ser objeto de trueque. En esas minas, las galerías de agua, trabajaron hombres como los burros y burros como los hombres, ambos jubilados por silicosis, dolores o ceguera que, en el caso de las bestias, se las desrriscaba por inútiles en una ceremonia muy cruel, barranco abajo hasta que fallecieran mirando al cielo que no escuchaba. Muertos de risa.


Paralelamente, la bolsa (…) de esta industria se ubicaba y aún anda por ahí, en la muy chicharrera Plaza de Weyler, que se bautizó en honor a un general mallorquín, bajito y farruco que cometió innumerables tropelías en Cuba, antes Juana. Y allí, cerca de la Capitanía – símbolo del poder colonial muy español – se ejercía y se ejerce la compra venta de las acciones de las comunidades que sólo los fachas rústicos sabían cuándo iba a surgir el agua; magos integrales sin escrúpulos que robaban y siguen robando a ojos vista, porque está muy céntrica esta plaza. De lo que no hay encuestas es el porcentaje de chicharreros que sabrán quien fue don Valeriano: o sea que el bautizo de los espacios públicos y especialmente en la capital sin capital, no es asunto menor. Ciudad gobernada por los llamados nacionalistas, que hoy, precisamente ahora, se quejan de que no tiene vida, que no hay ocio, que La Laguna – a pesar de su clima – es superior (nada que ver con la Universidad) y que el Auditorio costó un montón de millones, el recinto ferial es perfecto para la final de murgas y que el puerto no sirve. Y que, a lo peor, la calle de La Noria tan típica y tan llena de glamour, tenga algo que ver con el agua, con el burro y con dar vueltas sin ton ni son, como la mujer que camina con la botellita de agua mineral. Como el monumento al Ángel Exterminador está refrescado, día y noche, por unos chingos de agua sin cloro, ojo. Alguien le pondrá flores dentro de poco, aunque sea para refrescarse.

Y no olvidamos el asunto :  el agua.

Hace bastantes años que se publicitó que había que tomarse por lo menos un litro al día y embotellada por la cosa de la higiene. Y desde ahí hasta la fecha se ha podido ver multitud de paseantes con la botellita en la mano. Es el nuevo y verdadero poder, más que el petróleo. Encima, atravesamos el invierno más seco desde los años cuarenta del siglo pasado. A perro flaco pulgas. “Yo creo que será la fin” me dice otra liberal señora que pasea, ¿qué fin?, indago, ¡la fin del mundo!¿cual va a ser?, ¡pareces bobo, la fin del mundo!¿es que no lo ves..?, sí.

Pues se intentó regular esta práctica mafiosa y ganó la sinrazón del grifo (los chorros públicos se cerraron y se secaron hace ya muchos años). Hoy se ha entregado este bien que no tiene precio aunque lo tenga y cada vez más caro a multinacionales que gobernarán muy por encima de la comedia, bufa, de las elecciones y de la democracia. Y los ayuntamientos, da lo mismo del partido que sean, deberán agachar la cabeza y las mociones (…) ante el inminente boicot del corte del agua. Empresas testaferros de otras lejanas optaron a la puja por “ser especialistas en fugas” y era mentira y puedo demostrarlo documentalmente: ladrones. No encuentro mejor adjetivo. Lo malo y breve dos o tres veces malo.

¿Qué puede hacer una si no sale agua en el bidé y si se gasta la bombona…? clama al cielo una señora. Pues nada, acostumbrarse; el frío no es malo buena mujer, depende de la capacidad de resistencia de los glúteos ante las bajas temperaturas, creo. ¡Pues no, mi niño, aféitate tu con agua fría, a ver..! Y no deja de tener razón. Lo que pasa es que hay zonas y partes de los cuerpos humanos cada cual con su sensibilidad, a ver si me comprende.

Apuntemos, por si se me olvida,  el asunto de los campos de golf que tantos puestos de trabajo han creado y que nunca tienen sed y se nutren de agua reciclada, dicen. ¿Afirmativo?, no sé. Y, además, citemos lo de gran reserva, que es una marca de agua, antes de que llegue la cartilla de racionamiento para hidratarse (…), por lo que muchos se pasarán al vino que es más barato, menos que el litro de gasolina, también mangoneada por la golfería planetaria y, como no hay mal que por bien no venga, se acabará la cursi recreación de los entendidos viticultores que ponderan el olor a bosque, el paso de boca, el color a cereza, la honradez del caldo (…) y otras mariconaditas de nuevos ricos en desuso. El agua, ya lo hemos dicho, no tiene color, ni olor ni sabor. Pasa de todo, sabedora de su poder imbatible. Y se siente en buenas manos. Limpias, manos limpias.

Y acabamos con este primer capítulo que intentará debatir sobre el agua, asunto mundial que a todos nos interesa, aunque no tengamos acciones de las que se han vendido y se venden en la ominosa plaza de Weyler. Y cuando tenga más datos seguiremos escribiendo, si dios me da salud.

Voy a llamar al director general de aguas del Cabildo que es paisano oriundo para que me asesore. Aunque intuyo que si el azar le ha llamado para ocupar más altos destinos, tirará de citas diciendo para que me calle que “el agua es un bien demasiado importante para dejarla en manos de los fontaneros...” Bueno, convecino, me llamas, quedamos y comemos, ¿vale?

Y me voy, con la boca seca. Lógico.

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