martes, 17 de abril de 2012

EL ELEFANTE

Por: Cheche Dorta.-
De todo lo que se ha escrito, hablado y visto (poco) sobre la penúltima simplonada del jefe del estado español que es el rey, la que más me importa es el que un elefante, una mole cariñosa y matriarcal, yazca muerto con el borbón posando riéndose sus gracias con su rifle en posición de prevengan. El resto es de todos sabido y el que no sabe es porque no quiere saber; un ignorante, tal vez monárquico y bastante adulón desde las sacristías, que – ya se ha dicho – presume de ignorar que ignora y se arrima al árbol donde, es posible, ha ido a morir el paquidermo que no es el rey, aunque todo es posible. Lo sabe todo el mundo curioso que la saga que nos representa (…) no es completa. Les falla el cigüeñal, el ADN o el GPS, es lo mismo. A mi se me parece el sirio al príncipe, salvando las distancias. ¿Y a usted…? Cogotudos y crueles, poco más, bueno, y altos de pie.

Un elefante muerto por las balas del patrón, tal vez envidiando esa amplia frente de la que carece el heredero. Un ser antediluviano, como la monarquía, que no podrá irse a su cementerio guiado por una elefanta que guía cariñosamente a una familia normal, no como la que nos ocupa, al misterioso y tranquilo camposanto no privatizado aún. Un elefante que tiene unas caderas poderosas y no es por comparar.

Y la reina, que es griega, se va a su tierra –a la Grecia de la sabiduría - masacrada por los ladrones, como aquí, a ¡una misa ortodoxa!, que entra para este tipo de eventos, mientras el nietito mayor convalece de una autolesión cuando manipulaba un arma de fuego, las de matar, para lo que no tenía permiso, aunque tuviera a su lado a otro crack, Mari-Chalar, papi, desahogando su rabia contra el pie que da lugar a la cojera que sufre, el pobre. A lo mejor es una venganza surrealista y aristocrática por haberle quitado su esfinge en cera del museo de los horrores. Y mi alma la quiero pa dios.

Hablemos, pues, del oso borracho, sí, que parece ser que también fue víctima del jefe del estado  (…), después de que lo hubieran emborrachado con vodca y miel, y ponerlo a tiro de su graciosa majestad, antes de que tropezara otra vez y se rompiera una parte del esqueleto real, aunque siempre hay un doctor que lo remiende. Un oso domesticado que baila y bebe como un bufón, antes de que un rey (…) lo mate sin avisar por el mero placer de verlo muerto sin sufrir mucho dado el grado de alcoholemia que sufría.

Resumiendo:

     1).- Matar elefantes es un crimen; 2) Viajar a Botsuana es capricho del que no siente ni padece; 3) La sangre azul debe fallar desde hace siglos, aunque son campechanos; 4) ¿El rey es completo…?

¡Sí!, gritan los isleños con pasión, y bastantes servicios que ha prestado a este país. Fue nominado por Franco, nos salvó el 23-F, está muy cercano al pueblo y sus antepasados descienden de la tribu de David. Nació en Roma como la reina en Atenas, pero eso es lo de menos.

Y el elefante muerto por las balas de Juan Carlos de Borbón (…) “que ya camina con muletas”, dice el príncipe, “faltan rampas y las autonomías fallan en la accesibilidad de los mancovecos, no hay derecho” (aplausos). El elefante es lo esencial, el resto es una saga hemofílica con una historia detrás que todo el mundo debería conocer.

Su Majestad, dice un psiquiatra, tiene stress y fue a desahogarse ahí al lado, en Botsuana, a disparar como un pirotécnico contra un animalito esquivo, feroz y dañino. Una desvergüenza real que se suma a otros disparos nada fortuitos que, insisto, debemos conocer. Y esta noche en la nuestra dan La Gala o La Revoltosa, me es inverosímil, que nos identifica s los canarios. A mi no.

Ni, por supuesto, el rey, ni la reina y la prole, que desde que nacen son grandes de España. Por la cara o la cuna. 

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