lunes, 13 de febrero de 2012

GARZÓN

Dice un senador canario, muy cercano al pueblo que le votó masivamente el día de la onomástica: ¡será expulsado!  y acepto la sentencia, como es natural, aquí no se juzgan los crímenes del franquismo, que en mi opinión – opina-  no los hubo,  sino las competencias del juez.  Sentencia este padre de la patria, sabedor que sus pacientes (…) fueron, por fin, a los colegios electorales con los sobres en el bolsillo, previamente repartidos por los colaboradores, ponderando su simpatía y su carisma. O sea: a quejarse al maestro armero. Esclavos eternos e infinitos. Un hombre un voto. Y ahora, también las mujeres, no hace mucho tiempo que se les permitió votar.

Pero la realidad de este día de carnaval es que al Juez Baltasar Garzón lo acaban de condenar por unanimidad a once años de inhabilitación lo que significa el final de su carrera. “Expulsión”, dice nuestro senador, con cierta alegría indisimulable, y no brindo con champaña porque soy abstemio y sano. Y me lavo las manos, añade, por higiene y deformación profesional, nada que ver con Pilatos.  Hay que acatar y respetar a la justicia. No se lo cree ni el doctor bacterio, el de la TIA de Mortadelo. Y estamos hablando del juez que intentó (…) aclarar el caso Gürtel que es y será la trama corrupta valenciana – siempre les gustó el fuego y la traca, a esta tierra de las flores, de la luz y del amor que es la cara occidental de los fenicios - , que echó, Garzón, del politiqueo a varios dirigentes populares (…), que procesó al Augusto, a socialistas, a la RTA que era no hace mucho el primer problema de Canarias y, sobre todo, osó plantarle cara a la judicatura franquista, etc. Pues bien, los siete miembros viriles del Tribunal Supremo (…) por unanimidad le quitaron la carrera como hacían los demócratas orgánicos (…) en la larga posguerra; esto hay que repetirlo como un mantra en la intimidad: le quitaban sus carreras, después de hacerles beber aceite de ricino para que se dejaran cagar delante del pueblo llano que se reía de su sufrimiento. Todo regresa. Porque en la sentencia se dice que Garzón ordenó intervenir las comunicaciones de los supuestos saqueadores, presos, con sus abogados para frenar una evasión de millones de euros que, supuestamente, habían robado.

Un día triste para los decentes y de alegría para los guirres (o Aguirres) o los Gallardones, tan liberales. Los mismos que se frotaban las manos, algunas manchadas de sangre, en los casinos de los pueblos y ciudades, en los cuarteles de invierno frío,  casi tan frío – o más que ahora -  en febrero de 1981, cuando el rey salió muy tarde, demasiado tarde (…) para defender la democracia y que aún sigue viviendo de aquella aparición en la tele a pesar del presunto golfo de su yerno y de su presunto enriquecimiento ilícito que, oh casualidad, tuvo negocios en el levante español con la podredumbre de esas zonas, léase Valencia y sus naranjas y Baleares con su simpatía demostrada. Presuntamente. El rey, borbón, siempre llega tarde, pero a tiempo, aunque se puso el enésimo uniforme a la una de la madrugada, una hora menos en Canarias, gobernada por uno muy fierro. Uno de los capitanes generales, puerta con puerta con los que siguen mandando en la ciudad.

De manera que se condena, unánimemente y siete a cero, a Garzón (Real es su segundo apellido) por el Tribunal Supremo por escuchar, lógico, a los presos que seguían delinquiendo desde sus celdas privilegiadas. ¿Y la infanta?, me pregunta un enredador que jamás reclamará.- Pues la infanta es la esposa y la socia comercial. Cincuenta por ciento, respondo, pero no quiero desviarme del tema que nos ocupa que es la condena al juez Garzón. A Urdangarín lo absolverán y a la infanta ni nombrarla,  ¿oíste?, no. Pues entonces volvamos a la noticia del día: condenan a un juez que tiene su ego y voz inapropiada, pero es – era – magistrado y tuvo valentía. Imputó al Pinochet que engañó a todos: se levantó de la silla nada más pisar tierra chilena y Baltasar quiso, una ingenuidad, meterse en las cloacas del franquismo sabiendo que sus colegas (…) procedían de esas alcantarillas, presuntamente, y eso no se puede permitir, faltaría más. El régimen franquista no cometió crímenes, ¿oyó?, sí. Pues, una vez dicho lo dicho, pasemos a otros asuntos más importantes, que es el procedimiento, la intimidad, la presunción de inocencia y otros delitos -¡gravísimos!, dice nuestro representante ante los leños de Madrid – que el juez Garzón se saltó la ley, como si fuera una raya amarilla en la carretera que no tiene vuelta de hoja, ciudadano, usted paga la multa y punto. No hay color. Como un desahucio, una oenegé, un comedor social, un embargo, una inspección, un aborto, una muerte digna, una multa de tráfico, un control, un indigente que muere de frío en la calle, un desfile de moda cara, un diseñador de un gallo inalcanzable, el rey negro de la cabalgata de anteayer, etc.

Y como uno es un lego en la materia judicial acude a la sabiduría popular (…) para preguntarse sin respuesta el cómo es posible, ético y legal, que se grabe las conversaciones entre presos ricos y sea condenado el que escucha, no el que habla y dice lo que dice. Los pájaros (…) contra las escopetas. Y la catedral sin presupuesto. No hay derecho. Y cuento hasta diez, la experiencia y los años, antes de llamar para darme de baja de este país que siempre fue de pícaros y de quijotes que jamás leerán al Quijote. ¿Usted ha subido al Teide?, me pregunta el otro; sí, le respondo ¿Y tu?, no, es que me sube la presión. Vale. No te preocupes, siempre te quedará el Siam Park y su enorme tobogán, camarada.

El inteligente lector sabe que los párrafos que anteceden son para entretener las conciencias y no meternos en pleitos. E intentar engañarnos a nosotros mismos. Es literatura banal. Una pretensión que no es farruca. Una válvula de escape que remeda a un esfínter que todavía funciona. Mientras uno pueda orinar….hay esperanza, sentencia el contertulio que se va dejándome con la palabra en la boca, otra válvula, niple o tubería de dos pulgadas. Y media, me grita el imperante. No se me olvide, caballero.

Tengo escrita en mi libro impublicado de frases del habla canaria una que dice “detrás como la justicia”. Y es verdad, creo. Detrás de todo. Siete jueces que se aprendieron de memoria los artículos de muchos códigos que otros jurisconsultos escribieron y que son la ley, coyuntural, hasta que venga la improbable revolución de los espartanos (no es el nombre de una murga) que pedirá justicia y que se cumpla la constitución que no se cumple. El franquismo era antidemócrata, verbigracia. Borrón y cuenta nueva (podíamos hacer un chiste fácil). Pero lo cierto es que a usted o a mi lo detiene la poli, delicadamente, le quita los cordones de los zapatos, lo atan con las simpáticas esposas, lo humillan dándole unas buenas cachetadas para que se calle de una vez, le interrogan durante horas para que diga dónde robo la cabra y lo enchironan (…), para que los veteranos del Llano del Moro (no somos racistas) lo violen y hasta ahí podíamos llegar. ¡Puñeta!, blasfema un interno, casi desahuciado por la medicina del centro (democrático y social), puñeta, coño, carajo, la pinga, no jodas, etc. sigue hasta el toque de silencio porque ya le da todo lo mismo. Mañana, cuando venga el capellán, le quito el saludo, ¿oíste?, sí.

O sea que apenas hemos hablado de esta infame sentencia, que yo ni comparto ni acato. Pero puede servir, pienso, para otras crónicas de la historia que – se ha vuelto a comprobar – la siguen escribiendo los vencedores. Por cierto, me recomienda un arqueólogo, que la puñeta es la terminal de la manga de los magistrados, un calado – blanco sobre negro – que firmaría la mejor de nuestras artesanas.

Los patriotas de boquilla dicen que en un estado de derecho la justicia prevalece, según el dinero que tenga el imputado: la fianza es una grosería, pero es legal, porque uno compra su libertad con el dinero robado. Y a esos patriotas (…) poco les importa su país ni sus conciudadanos: ahí está Aznar, por ejemplo, que escribió ¡en contra de la Constitución vigente!, y hoy es el adalid e ideólogo del fascismo español. Aún se pagan misas por Fraga, don Manuel, otro fascista fundador. Descanse en paz si es que existe algo de paz más allá del rigor mortis. O que los llamados socialistas ya estén sacando del armario, perdón, los trajes que lucirán en la próxima Semana Santa, precediendo a los curas pederastas o, por lo menos, fascistas y bastante hijos de puta, perdón de nuevo.
 Y confiesan y comulgan los socialistas. Los otros están disculpados, porque es connatural con su manera de ser. Cachorros de familias tradicionales, que aplauden la única condena – muy dura – para el único, perdón, que se atrevió investigar la corrupción en un país de pillos, ladrones, defraudadores, adulones, corporativos, envidiosos, etc. que es España y Canarias también: los independentistas que conozco son de derechas, una aberración que significa ir de silla pa albarda.

Eres un totalitario y un radical, me dice un moderado. No tienes remedio, me dice el reclamante, siempre has sido raro. No te metas en estos asuntos que hay gente importante detrás. Con esta sentencia, insiste, no podrá investigarse a la corrupción, pareces bobo, ¿no ves que el pueblo es partícipe de esta circunstancia…? ¡Hombre, que ya tienes tus años y no has aprendido nada…!

Y no le falta razón.

Pd: Ilustración de PAT, extraída de la web

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